Cómo acariciar a un gato, según la ciencia

Escrito por el agosto 7, 2019

Los gatos llevan a nuestro lado nada menos que 4.000 años, pero a diferencia de los perros, estos no parecen haberse adaptado del todo a la evolución, ni a la convivencia con los seres humanos. Por esa razón se cree que los cerebros de los felinos aún piensan como los de sus antepasados, los gatos salvajes.

Para que un gato sea tan feliz siendo acariciado como nosotros lo somos cuando les hacemos mimos hay que tener varios factores en cuenta. Por un lado, si es el gato quien se acerca a nosotros y no al contrario, es muy probable que quiera ser acariciado. También hay que estar atento a las posturas que adquiere el felino al recibir las caricias, porque dicen mucho de su estado.

Así, si ronronea, mantiene la cola erguida y parece que amasa con las patas delanteras, es una buena señal. Lo mismo ocurre si apunta con las orejas hacia delante, si mueve la cola a los lados o si te reclama para que sigas acariciándole, en el caso de que te hayas detenido. Todos esos gestos significan que el gato es feliz.

Pero si, por el contrario, se le eriza el pelo, contrae la espalda o mueve la cabeza en dirección contraria a ti, ten por seguro que el felino no está disfrutando de tus caricias. Lo mismo sucede si se muestra pasivo, si parpadea de forma exagerada, se lame la nariz o se asea repentinamente durante poco tiempo.

Los humanos debemos apreciar todas estas señales que nos envían nuestros amigos con bigotes si no queremos llevarnos un zarpazo o un mordisco por no acariciarlos bien… o por intentar hacerlo cuando ellos no lo desean. Lo importante es saber respetar sus límites.

De hecho, algunos estudios han demostrado cuáles son los lugares preferidos por los felinos para recibir caricias: les gusta recibir mimos en la base de las orejas, bajo la barbilla y cerca de las mejillas, aunque prefieren que no les toquemos en la barriga, y tampoco en el lomo ni en la base de la cola.


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